Hemos visto que el perdón terapéutico puede ser utilizado en nuestro proceso de liberación personal hacia una vida más coherente y deseada por nosotros. Ahora vamos a ver como el perdón puede influenciar en tres diferentes aspectos de nuestra vida:

EL PERDÓN EN LA SALUD FÍSICA

Gracias al descubrimiento de las Cinco Leyes Biológicas del Dr. Hamer, y a otras ciencias como la epigenética, no se duda en asignar una gran importancia a la relación psique-cerebro-cuerpo. Incluso se concibe la posibilidad de originar enfermedades físicas después de un gran impacto emocional, como por ejemplo, en el caso del cáncer.

En la Primera Ley, Hamer explica cómo muchas enfermedades graves se originan por un psicoshock o acontecimiento inesperado de gran intensidad que además es vivido en soledad. El conflicto biológico de este psicoshock determina la localización de un foco de actividad en el cerebro, que se puede ver en un escáner, y su correspondiente reflejo o respuesta en un órgano o síntoma en el cuerpo.

La Segunda Ley, expone las dos fases de las enfermedades, es decir, el paciente que no haya resuelto su conflicto se encontrará en la primera fase, la de conflicto activo o fase de estrés. Si consigue resolverlo, entrará en la segunda, la de curación o resolución. Como decimos, el psicoshock, el conflicto emocional inesperado, interrumpe inmediatamente el ritmo normal día/noche, e inicia la fase activa del conflicto. El choque dispara el inicio de un Programa Biológico Especial y Significativo, que permite al organismo, psique, cerebro y órgano, incrementar el funcionamiento diario y enfocarse de lleno en contender con la situación imprevista.

Así pues, se pasa de la primera fase de estrés a la fase de resolución, cuando hemos “perdonado” el conflicto. En el sentido de comprender y trascender ese hecho. Y la enfermedad pasa a la fase de curación, reparación o vagotonía. Perdonar, que no es tan fácil como decirlo u olvidarlo, en muchos casos requiere ayuda terapéutica.

Pongamos un ejemplo: una persona con hernia de hiato, tiene reflujo de alimentos, la boca del estómago queda siempre abierta y no se cierra. Cuando descubre que siempre espera más alimento emocional de sus hijos, espera que le den las gracias, se sorprende. Era algo inconsciente, les culpaba. Cuando perdona a sus hijos y dejar de demandarles alimento y atención, desaparece la hernia, la boca del estómago se cierra y desaparecen los ardores.

Se ha demostrado que la emoción de culpa es la más oxidante y perjudicial para nuestras células y que está relacionada con el cáncer.

EL PERDÓN EN LA SALUD EMOCIONAL

Repetimos las mismas historias emocionales siempre, hasta que no las resolvamos consciente y satisfactoriamente. El perdón puede ser la herramienta que nos permita liberarnos de estas situaciones emocionales no resueltas.

En nuestro proceso de maduración hacia la conciencia despierta, la sombra quiere ser iluminada por la luz del “darse cuenta”. Este proceso de expansión puede ser largo. No la toma de consciencia en sí, que sucede en un instante, pero el observarse, el tomar perspectiva de mi propia situación, y el aprendizaje de que estamos hechos de fragmentos de muchas historias del pasado. Eso sí es un proceso, y puede ser largo o durar toda la vida. Muy a menudo no se aceptan ni comprenden las experiencias que nos ha tocado vivir. Pero, si aprendemos a perdonar, veremos que el inconveniente, el dolor emocional, que a cada cual “le ha tocado” es precisamente lo que necesitamos para dar el siguiente paso y crecer.

La gestión emocional más profunda consiste en soltar las emociones tóxicas primero, y luego comprender mentalmente que nadie me está haciendo daño, sino yo, o mis propias creencias. Esto lo expone muy bien la TREC, Terapia Racional-Emotivo-Conductual de Albert Ellis.

Este ejercicio también es perdonar, aunque ellos no usan esta palabra sino desapegarse de las emociones y creencias; soltar la representación, reexaminar la situación; entregar la percepción del hecho doloroso, desafortunado, problemático… Así pues, vemos que la psicología cognitiva y la transpersonal, la filosofía no dual y la ciencia, se van acercando al poder del verdadero perdón en una síntesis magnífica que es una oportunidad de salud emocional y mental.

Por ejemplo: Una joven está muy enojada con su madre, emocionalmente “enferma” cuando ésta la llama o le dice algo. Con el trabajo de perdón, primero expresa su rabia y su tristeza. Cuando se ha expresado (de ex -presare, sacar la presión), puede examinar sus creencias: mi madre me tiene que querer, amar y respetar. Pero descubre, toma conciencia que su madre jamás fue querida, amada ni respetada por su padre ni por su madre. Con lo cual, suelta esa creencia y la cambia por alguna otra como esta: mi madre es amable sea como sea, la puedo aceptar así haga lo que me haga. La perdona y ya puede hablar con ella: su enojo casi ha desaparecido. Queda algo de rabia, pero poca. Eliminarla toda ya es para personas muy entrenadas o formadas en el perdonar.

 

EL PERDÓN EN LA SALUD CARDÍACA

Se sabe que tenemos neuronas en el corazón. La ciencia habla de Coherencia Cardíaca cuando el campo magnético del corazón se alinea, se armoniza con el cerebro y con el resto de constantes vitales como la presión arterial, la acidez de la sangre, etc. El perdón devuelve la coherencia cardíaca a quién la perdió. Se está midiendo científicamente en laboratorios (véase Heart Math Institute).

Para recorrer el camino hacia la coherencia cardíaca lo ideal es volver al punto del tiempo donde se cometió el error y querer ver y mirar de nuevo, pero ahora bajo la mirada de la mente recta, también llamada Ariadna, la que guía a Teseo en el laberinto.

Al volver tengamos en cuenta que pueden desatarse nuevos episodios de cólera, dolor y llanto. Estaremos pues en el primer paso de nuevo, sacando toda la presión. Uno no puede ni imaginar, antes de iniciar el proceso del perdón, que pueda conseguir esta mirada tranquila y decir: “es extraño como puede contemplar mi agresión sin sentir nada”.

Para esto es necesario querer, voluntariamente, tomar otra decisión, distinta a la que perpetuó y dio lugar a la culpa y al dolor. Debo querer perdonar esa situación: liberar de la culpa al otro, que no la tiene; y a mí, que tampoco la tengo, deshaciendo así todo residuo de culpa… Esto es sanar la percepción, perdonar, entregar, etc. Dejo de culpar y de culparme. Entrego totalmente esa situación.

Tras la entrega de nuestro corazón a las estrellas (per-donare; entrega total a lo superior o mente recta, elevada) no tardamos en entender y aceptar lo sucedido mientras superamos el duelo y creemos, de nuevo, en la vida y en las personas. En este “instante santo” o momento terapéutico descubro que el campo magnético de mi corazón recupera su coherencia.

Cuando desaparece la culpa, el campo magnético del corazón se expande de nuevo. Pasa de la contracción, angostura – angustia, a la expansión, apertura-amor, y es medible, observable y cuantificable. ¡He aquí el perdón como medicina científica!