“El cuerpo de los hijos grita, lo que la mente de los padres calla”. Fraçoise Dolto
Fue descubierto por N. Abraham y M. Torok, y muy estudiado por el Dr. Salomón Sellam, quién lo denominó “síndrome del yaciente o hijo de sustitución, o reemplazo”.
El Síndrome del Fantasma o Yaciente aparece cuando hay muertes injustificables e injustificadas. Pérdidas difíciles de asimilar, que dejan marcas muy profundas; así como defunciones no admitidas. El duelo pendiente pasa de generación en generación. Por ejemplo, a un abuelo con nietos sobre la tierra o a un anciano enfermo es fácil de hacer un duelo, a no ser que lo maten injustamente o sea una muerte muy repentina o dramática (suicidio…). Pero la muerte de un niño, de un joven, de un padre o madre… siempre será menos justificable. Cuanto más injustificable, más “masa conflictual”. Pero recordemos: por muy injusta que se sea la muerte, si esa generación “la sabe digerir”, si hacen el duelo bien hecho, entonces las generaciones siguientes no heredan tanto conflicto.
En este tipo de síndrome podemos discernir entre cargar con un fantasma vertical u horizontal. Dependiendo si el familiar fallecido está por arriba (si es un antepasado muerto antes de nacer yo) o en la misma línea de hermanos, por ejemplo, un aborto de mi madre antes de mí (fantasma horizontal).
¿Cómo afecta el “fantasma”?
Aquellos que viven este síndrome, que reparan ese muerto, se quedan conectados con la tristeza y el no-placer. Presentan varias o todas estas características: En sus conversaciones aparecen frases como “siempre estoy triste”; “nací triste”; “siento que no vivo mi vida”; “me cuesta mucho tomar decisiones”. Suelen ir vestidos/as de negro; hablan muy bajito; no hacen ningún ruido al andar; duermen con los brazos al costado o sobre el pecho… No se mueven o son hiperactivos; son frioleros o les gusta mucho el calor; duermen a oscuras; no se dan derecho al placer; a divertirse… esto es porque “están de duelo”.
Las profesiones que suelen venir asociadas a este síndrome son: fisioterapeutas, bailarines, profesores de yoga, de gimnasio (mover al muerto); actores (doy la voz al “otro”), médicos anestesistas, comadronas. Y profesiones funerarias.
Las enfermedades típicas del yaciente o “portador del fantasma” son: la esclerosis, el párkinson, las discapacidades, las enfermedades pulmonares, los sobrepesos que no se solucionan, el bruxismo, algunas diabetes, los niños y personas hiperactivos, que nunca paran y siempre están trabajando; y a nivel psiquiátrico: niños autistas, esquizofrénicos…
A menudo aparecen resistencias a soltar las cargas familiares, dado que hay un sentimiento de culpa. Puede aparecer esta asociación: la desvinculación del clan, equivale a quedarse solo. Esto se vive como peligroso ya que a nivel biológico supone la muerte. Por ello no es de extrañar que algunas personas opten morir de su enfermedad antes que adentrarse en el camino de la conciencia y de la sanación.
Es importante transmitir que este “soltar” equivale a un verdadero acto de amor. Sólo cuando abrimos nuestro corazón, acogiéndolo todo, sin juicios, podemos llegar a comprender que el vínculo generado en su día fue fruto de un amor inmaduro e inconsciente. Y que ahora, de manera consciente, lo soltamos, desde un amor que reconoce el sufrimiento del otro, que nos permite ir hacia la vida. Como se dice en constelaciones: podemos honrar a un ancestro desde el sufrimiento (repetimos) o desde la vida (nos permitimos amar y ser felices, mirar hacia adelante).
¿Cómo evitar las repeticiones o lealtades? Tomando conciencia. Si somos conscientes de que nuestros ancestros actuaron según su nivel de conciencia y nosotros aplicamos otro nivel, los liberamos. Este es un gran trabajo de amor y crecimiento.La toma de conciencia cura; el amor cura; despertar cura. Y este despertar se despliega tanto a mis descendientes como a mis ascendentes.