Sin duda alguna uno de los mayores sufrimientos de un proceso de divorcio es cuando hay hijos en la pareja.Desde el punto de vista de la terapia transpersonal y transgeneracional cuando sufrimos un divorcio, una enfermedad o un accidente grave tenemos una oportunidad para crecer, superarnos aprendiendo y aumentar nuestro grado de conciencia. Ya que entendemos que nada ocurre por casualidad.

Tenemos la opción de albergar odio y regodearnos en el dolor por mucho tiempo. Pero también podemos, si nos entrenamos y buscamos ayuda profesional, aprender mucho sobre el amor, el desapego, la propia sombra reflejada en el divorcio, etc. Es curioso cómo los humanos sufrimos tanto por poseer y sostener ideas, hábitos y personas cuando todos sabemos que, finalmente, no son la razón de la vida. Ya que, como remarca el budismo, todo es pasajeroy está destinado a morir.

Entonces ¿cuál puede ser la finalidad de poseer pareja, hijos, trabajo, salud, juventud… para perderlo todo después? Los sabios nos dicen que la finalidad sería tomar profunda conciencia de quién es uno realmente y aprender a desapegarse de todo lo demás…

En nuestra consulta de terapia transpersonal, a menudo descubrimos que en la pareja aparece un tercero, un amante, justo en el momento en que las partes sienten que una faceta de su yo no contemplada, no atendida. Así el amante viene a reflejar en el mundo exterior lo que interiormente se está necesitando. Aparece sincrónicamente…

Igualmente, se produce un reflejo en los niños de lo que acontece en las parejas. Por esto es tan importante trabajarse, conocerse y aprender a gestionarse, ya que todo lo sombrío y lo no resuelto será absorbido por los hijos del matrimonio divorciado, en mayor medida cuánto más pequeños sean los hijos. Saber esto no es para que nos sintamos más culpables aún, no nos fustiguemos, sino para que nos responsabilicemos de nuestro bienestar que será el de nuestros hijos.

A menudo, los terapeutas transpersonales escuchamos cosas como “tengo un problema con mi hijo que no me habla”; “mi hija está perdida y muy deprimida”; “no sé qué hacer con la ansiedad de mi niño” … Pero tras muchos años de experiencia podemos afirmar que, en muchos casos, tu hijo no tiene ningún problema: trabajando el interior; ordenando ideas y emociones en los padres, el problema de los hijos queda resueltoautomáticamente. Véase el delicioso librito de Noguchi, La Ley del Espejo.

Insistimos en que este trabajo interior no es fácil, y menos aún en proceso de separación o divorcio, por eso necesitamos ayuda profesional. Valga la comparación, es igual que cuando necesitamos llevamos nuestro coche al taller, ya que nosotros no sabemos reparar un motor. Casi nadie está preparado para resolver este tipo de cosaspor sí mismo, ya que casi nadie ha recibido una educación emocional y transgeneracional para liberarse de sus patrones inconscientes.

Es sabido, y así lo corroboran las neurociencias, que los seres humanos somos comorobotitos. Actuamos mecánicamente guiados por nuestras creencias inconscientes. Estamos programados desde la cuna a la tumba por las memorias de nuestros padres, la familia, la cultura, la sociedad… y quien sabe qué otros mecanismos de supervivencia e información no conscientes, samskaras,semillas de información, dicen los budistas.

Así pues, para ver en los ojos de nuestros hijos nada más que el amor y potencialidad pura que son, hemos de limpiar nuestra mirada de proyecciones y culpas inconscientes. Cientos de veces hemos repetido en consulta la pregunta terapéutica, por ejemplo, en el caso de una mujer que fue una hija no deseada: ¿Qué veía realmente tu madre cuando te miraba? La toma de conciencia suele ser grande: ¡veía una hija que quiso abortar y no pudo! O “veía su propio fracaso, su miedo… se veía ella misma”.

Así pues, preguntémonos ¿qué vemos en los ojos de nuestro/a hijo/a? Si miramos atentamente descubriremos que, en muchos casos, estamos viendo a nuestro excónyuge. Vemos a esa mujer que me traicionó o a ese hombre que me pegó y me humilló. Nuestros hijos son la mitad de nosotros y la mitad…de la pareja que tuvimos“y se rompió trágicamente y me hizo tanto daño…”. Así que inconscientemente ¡vemos al enemigo en la mitad de nuestro hijo!

Recomendamos varios trabajos a realizar junto a un profesional en caso de existir problemas con los hijos.

Realizar un proceso de duelo de la pareja.Pasar por todas sus fases, con sus retrocesos y bloqueos normales: negación, negociación, ira, tristeza, depresión, aceptación y comprensión.

Realizar un proceso de sanación del niño interior. A menudo, el fracaso o trauma de separación de la pareja resuena con una de las cinco heridas de nuestra infancia. Sanándolas disminuye el trauma actual: Abandono, rechazo, injusticia, traición, humillación. Atención: Nuestra herida no sanada la repetirá nuestro hijo o la infligiremos a él. Véase el magnífico libro Las Cinco Heridasde Lise Bourbeau.

– Realizar un proceso de terapia con el Árbol Transgeneracional.Esta fascinante herramienta, en manos de un buen profesional, es extraordinariamente liberadora, rápida y propicia un estado de paz y de perdón. Ya que comprendemos que nuestra pareja era perfecta, aunque dolió mucho, para repetir las historias de nuestro árbol (y el suyo). Dejo de culpar a mi expareja de lo que “me hizo” cuando entiendo que yo la busqué para reparar a mis propios padres y abuelos. Véanse los videos El transgeneracionalde Marta Salvat y Conflictos de parejade Enric Corbera.

Cuando hemos limpiado nuestros ojos de culpas y proyecciones; cuando miramos a los ojos de nuestro/a hijo/a con nuestra mirada sanada y purificada; cuando hemos perdonado… entonces podemos realmente ver y comprender lo que el gran poeta dijo de nuestros hijos:

 Vuestros hijos no son vuestros hijos. Son los hijos y las hijas de la llamada de la vida a sí misma. Vienen a través vuestro, pero no de vosotros. Y aunque estén con vosotros, no os pertenecen. Podéis darles vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis abrigar sus cuerpos, pero no sus almas, pues sus almas habitan en la mansión del mañana, que vosotros no podéis visitar ni siquiera en sueños. Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no intentéis hacerlos a ellos como a vosotros. Ya que la vida no retrocede, ni se detiene en el ayer. Sois los arcos por los que vuestros hijos, cual flechas vivas, son lanzados. El Arquero ve el blanco en el camino del infinito y Él, con Su poder, os tensará, para que Sus flechas puedan volar rápidas y lejos. Que la tensión que os causa la mano del Arquero sea vuestro gozo, ya que, así como Él ama la flecha que vuela, ama también el arco que permanece inmóvil. De El Profetade Khalil Gibran.