El origen de la Psicosomática se sitúa en el momento en el que los seres humanos se comenzaron a hacer preguntas tales como ¿Cuál es el sentido de esta enfermedad? ¿Cómo y cuándo comenzó? ¿Qué me impide hacer? ¿Qué cambios me pide introducir en mi vida? ¿Para qué sirve la parte afectada del cuerpo; qué significa esto a un nivel metafórico? ¿Por qué aparece justo en este momento de mi vida?

Respondiendo a estas y otras preguntas obtendremos gran información. Pero es mejor que lo haga un especialista o acompañante. Ya que uno mismo suele engañarse y no ser honesto. Por esto tenemos lo que se llama la sombra. Que es la parte de la psique inconsciente que no quiere ver, aceptar, integrar… determinadas facetas de uno mismo.

Sin embargo, otra pregunta que nos suelen hacer en todos los talleres es: ¿Cómo se somatizan las emociones?

Sigamos entonces este esquema, que explica el mecanismo de flujo de la energía psíquica:

  1. Un acontecimiento exterior es captado por los sentidos.
  2. Las percepciones, configuradas por nuestras creencias, “gafas de ver la vida” o filtro perceptivo, generarán una vivencia positiva, neutra o negativa de lo percibido.
  3. Si lo percibido es sentido y vivido como positivo, la energía psicoemocional se transformará en “recursos” y potenciará ciertas cualidades o aptitudes.
  4. Si lo percibido es vivido como neutro, la energía quedará disponible para otras funciones o quedará repartida, diluyéndose o reintegrándose.
  5. Por el contrario, si lo percibido es sentido como negativo, la energía psicoemocional tiene dos opciones. A- se puede restituir al exterior, por ejemplo, contándole a un amigo la mala experiencia; expresándose artísticamente, gritando, realizando actividad, etc.  B-Si la energía psicoemocional fruto de la vivencia “negativa” no encuentra salida o expresión se codifica en el cerebro en forma de foco o diana (véanse Leyes Biológicas del Dr. Hamer). El cerebro transmite entonces la orden a un tipo de células específicas (dependiendo del tipo de impacto psicoemocional). Éstas ponen en marcha la patología correspondiente; activando el “programa enfermedad”. Este programa es siempre proporcional, oportuno, inteligente y coherente con la vida del enfermo.

Teniendo en cuenta este esquema, se puede afirmar que la clave de la curación está en la toma de conciencia del vínculo existente entre aquel acontecimiento exterior vivido y la enfermedad resultante.

Pero la sola toma de conciencia muchas veces no es suficiente para lograr la curación. ¿Por qué la toma de conciencia no basta? Porque el cerebro, que funciona con hábitos, activará o mantendrá la enfermedad cuando entremos en contacto físico o mental con el estrés. Entonces lo que procede es cambiar de hábitos mentales y emocionales. Pero esto es para otro artículo.

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¡Salud!